En esta maleta no cabe casi nada. Cuando llegué, hace ya quince años, no necesité más que un puñado de prendas básicas que se amoldaron a sus anchas en su interior. La ilusión y los sueños representaron el grueso de mi liviano equipaje. Hoy, ausente, arrastro mi realidad frente al armario vacío. Nunca podré acomodar tanta congoja y desengaño en tan poco espacio.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS