En esta maleta no cabe casi nada. Voy a tener que dejar atrás la tristeza, el silencio aplastante, la casa vacía y las muescas del corazón. Caben los sueños, la ilusión y la ropa interior, doblados pequeñitos en la bolsa anidada en la cesta de la bicicleta. El aire me arranca las legañas mientras pedaleo con un leve sonido de cadena oxidada. Por el camino al primer refugio se me caen de los bolsillos varios puñados de dolor rancio, y cada vez huele más a tierra mojada. Escondido en el corazón, para no perderlo, guardo tu recuerdo. No viajo sola.
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