En esta maleta no cabe casi nada. Siempre me digo lo mismo cuando emprendo viaje a los volcanes nevados. No sé donde meter el piolet y los crampones. La última vez los confundieron en la aduana con metralletas y una katana. Se montó un buen lío. Claro que podría facturarlos aparte pero no me fío. Hace tres viajes la avioneta de aproximación tuvo que hacer un aterrizaje de emergencia en plena puna helada. Casualmente llevaba el equipo al completo y su utilización me salvó de grandes incomodidades.

¿Y qué hago yo con las benditas bengalas nuevas…?

¿Y con el jamón…?

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