Llevo sandalias y siento la arena caliente bajo mis pies. No hay ni una sola nube. El cielo está azul y el sol brilla intensamente. Mi boca está seca, trago saliva. Las hojas apenas se mueven. Levanto la cabeza y no necesito más: una hermosa y enorme elefanta junto a su cría, el pequeño agita las orejas y eleva la trompa como si hablará con su madre. Me quedo quieta, no me he dado cuenta que tenía la boca abierta, la cierro y sonrío. Mi viaje ya valió la pena…aunque aún sólo sea un sueño.

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