Me desperté por los contantes brincos de la carreta al transitar el camino rocoso, el sol se colaba perfectamente por entre las hojas de los arboles y la brisa se enreda con mis risadas hebras haciendo que mi melena se descontrole aun mas; mi madre me reta por no atarlo como me ha enseñado, pero a mi me gusta como se cuela el viento. La carreta se detiene frente al risco, hemos dejado los arboles atrás, respiro profundo y abro mis ojos. No era un sueño, es un fuerte deseo, que se hace vivido.

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