¿Quién no ha deseado alguna vez volar hasta lo más alto? Cuántas noches he soñado elevarme sobre el valle y contemplar sus bellos campos iluminados por la luna. Suspendida en el aire, veía la casa grande que heredé de mis padres: su tejado de pizarra, el gallo de la veleta, los cipreses del jardín. Al bajar, miraba por la ventana y me veía arrebujada en la cama de recio cabecero de madera torneada que antes fue de mi madre. En ella nací y desde ella quisiera despedirme antes de mi último vuelo.

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