Se quedó esperando. Al ver que sus canas ganaban terreno concibió la idea. Ahorró monedas para alcanzar sueños y las fue aumentando junto a su ilusión: visitar París, descubrir rincones, regresar a casa y disfrutar recuerdos. Y no pudo hacerlo.

Y es que pensó tarde; sí llegó el viaje pero el azar quiso variar su destino por otro distinto y mucho más cruel. Yo estaba con él y dolía el alma ver muy poco a poco cómo su ilusión se iba marchitando a la par que el cuerpo. Y no pudo hacerlo.

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