El anhelo de poder conocer aquello que le resulta inalcanzable estimula su imaginación, la vuelve niña.
Dibuja con sus dedos en el aire las calles que rodean la Torre Eiffel. Solloza por su pobreza pero espera derramar lágrimas de alegría, de emoción en el Río Sena.
Todo lo fantasea desde su pequeña casa en un perdido barrio de una ciudad desconocida.
Sus labios susurran «esperanza» cuando sueña con la hermosa París. Sus labios susurran «esperanza» cuando su padre llega de trabajar y le sonríe.
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