(Imagen hecha por la autora)
Se conocieron con luna nueva. No necesitaban su brillo, pues sus miradas iluminaban todo a su paso. En luna creciente unieron sus destinos para siempre, y cuando la luna dibujaba una sonrisa en el cielo, la pequeña Sara llegó a la vida.
Ahora ella llora lágrimas de plata y apreta con fuerza la pálida mano de su amado. Las esquirlas argentadas se clavan en su pecho cuando él exhala su último suspiro.
Su luna estaba rota.
El viaje que aún no he hecho (concurso de microrrelato)
OPINIONES Y COMENTARIOS