Quizá fue el alcohol, que me empujó para ofrecerme como acompañante. Ebrios de cerveza y ganas de vivir, reíamos planeando no ser convencionales, coger sólo lo más importante: mochila, música y baraja de cartas. Las normas estaban claras:
-No comprar recuerdos absurdos
-Disfrutar la Fontana sin tirar monedas y desear imposibles
-Sin cámara de fotos, para capturar en la piel la cultura italiana
Lo más importante:
-Todo puede pasar, sin miedo
Sólo fue un sueño de dos miradas que anhelaban besarse
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