Y llegué al lugar señalado con una x. En medio del vasto océano, esta isla insignificante contenía la victoria.

Había dejado atrás aquellas historias, sonrisas y despedidas, naufragado hasta perderme a mí misma en los recuerdos. Mi única esperanza, este destino, que habría de colmar mis tormentos de éxito y riqueza.

Cavé muy hondo. Una nota en una botella reía sardónica: «Enhorabuena, has llegado con éxito tras un largo viaje, coleccionando así un sinfín de vivencias. Disfruta de su riqueza».

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