Desperté desorientada con los recuerdos de una vida soñada. Un amor que no me había traicionado, un hogar que era el mundo entero y una pasión cambiante pero concisa.

Desperté y mi ventana era aquella de una vida pasada, mi familia estaba integrada por desconocidos y mi mente sobrevivía con el recuerdo infinito de un viaje que nunca hice.

Me volví a dormir con la esperanza de revivir a mi realidad soñada, y tal vez extinguir la desconocida, con el miedo de que el fuego no me quemara.

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