Me gustaría viajar a cualquier lugar, siempre que no fuese en ese tubo antihigiénico donde vamos hacinados. Sometidos a tantos controles humillantes. Te hacen vaciar los bolsillos, quitarte el cinturón e incluso los zapatos. Si tienes mala suerte y pitas en el arco de seguridad, tienes que levantar los brazos y te cachean. A estas alturas ya da igual que se te caigan los pantalones. A veces me pregunto: ¿Qué será lo siguiente? ¿Una exploración rectal a cuatro patas?

Sí, me gustaría viajar.

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