Te eternizas por las tardes,

de mañana confundes

algas con lamentos.

Está ahí. No fue un sueño.

Los huevos se compran por docenas.

La locura se inventa

en mercados de paños sin temperatura.

Hay sobreexposición de alfileres en la soga.

Te tiras de cabeza al rumbo del río,

el cielo eructa tus pensamientos

al oído de un ave con obesidad metálica.

Canción a canción

te alistas en el aire para saltar

por la ventanilla del ocaso.

Eternizate. Son las diez.

Otra vez pasó la hora.

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