Salió pegando un portazo, nadie le hacía caso. Bajo corriendo las escaleras. Había pasado toda su vida intentando ir al Zoo. Aguantaba todo menos que le tomaran el pelo. Llegó al portal más calmado.

—¡Hola, Nuria!

—Hola, Alejandro. ¿Les has dicho a tus padres que sales a la calle?

—No, me he enfadado con ellos —y se agarró a sus piernas poniéndose a llorar.

—Un hombre de cinco años no llora. ¡Vamos a tu casa!

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS