En la almohada le dejó una carta.

«Nena:

Me voy a Cuba, sin tabaco, porque pienso fumarme un habano en las noches de soledad, a orillas del mar, muy bueno va estar, porque te llevo conmigo, en el alma.

Me voy a aquel lugar, donde tú no estarás, me voy mientras pueda, que yo nunca he salido de mi hogar.

Me voy a Cuba y espero que vengas a buscarme con una rumba en tu cintura.

Tuyo siempre.»

Sonrió y desde la ventana le gritó «¡Vete al puerto corazón, que más lejos, no llegarás!»

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