25 de Mayo 223

25 de Mayo 223

Ro Gardey

09/01/2021

 La historia que les voy a contar ahora transcurrió en una de las calles mas bellas de la ciudad de tandil, Argentina, con gente buena de corazon.Todavia me acuerdo de cada casa que representaba esa cuadra como si estuviera ahi.

Eramos chicos. Digo eramos porque la historia de esta calle no podria haber sido tan fascinante sin las personas que formaron parte. Veinticinco de Mayo 223 era la dirección de la casa de mi abuela Nilda, siempre con sus alpargatas y juegos de generala. Con sus mates mañaneros y sus crucigramas en el diario.

La casa quedaba justo en la calle paralela al parque Independencia (muy hermoso y amplio, lleno de arboles y con un castillo en la cima donde se puede apreciar toda la ciudad). Su casa era tipo chorizo y era de la epoca, techos altos y profundos, vidrios de colores y 2 puertas negras y pesadas como entrada principal. Nilda y Hector, mis abuelos, tuvieron 5 bellos hijos, que luego trajeron al mundo 11 primos muy unidos y con mucha conexion, personas maravillosas y simples.

 Cada año esperaba con ansias ir a visitarlos para las vacaciones de invierno y de verano. Un mes lleno de aventuras, risas contagiosas y muchos abrazos. Recuerdo tambien que en año nuevo, todos los vecinos de la cuadra cortaban la calle y 25 de mayo se vestia de musica y baile. El vecino de enfrente sacaba sus mega parlantes al igual que el vecino de al lado. Todos felices festejando y alegres por compartir otro año con la gente que amaban.

 El juego, la musica y la creatividad era lo que invadia la casa de la abuela. Guitarreando y cantando a la noche. Siempre se sumaba el zapatero de a la vuelta, con su piano y su rock argentino. Jugabamos al ring raje, tocando el timbre a cada vecino y saliamos corriendo con mucha adrenalina y alegría. Cada mañana nos mandaba a «lo de Andrés» a comprar pan y con el vuelto comprabamos una bolsa gigante de caramelos en el kiosko de la esquina. El favorito de muchos eran los «bandolero», caramelos de dulce de leche (de la ciudad de Mar del Plata) que se te pegaban en los dientes, pero qué ricos eran!.  Nos sentabamos en la vereda a charlar, guitarrear y tomar mate, charlando con los vecinos que pasaban. 

La abuela tenia una piecita atras de la casa, en el patio, donde jugabamos e inventabamos historias. Y cada vez que alguien se volvia a su hogar, los que nos quedabamos, ibamos corriendo hasta la esquina para despedirlos. Era una mezcla de sensaciones, entre felicidad por todo lo vivido y tristeza por la despedida.

 Con mis treinta años, recuerdo cada momento como si fuera hoy y lo abrazo fuerte, agradeciendo la hermosa infancia y familia, rodeada de mucho amor y alegría de vivir con lo simple y humano. 

Hoy, saco a la luz mi niña interior, que espera cada día con alegria seguir jugando. No hace falta volver al pasado. Podemos crear y recrear el juego, la risa, la música en el hoy, compartiendo con aquellos que amamos y nos traen felicidad, esa alegría de vivir que la llevamos dentro. Y siempre, siempre, donde sea que estemos, encontraremos gente buena de corazón.

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