Luces y sombras

Luces y sombras

Dani Garcia

05/01/2021

«Se asoma muy reluciente el primer amanecer del año veinte-veintiuno, dejando atrás un año atípico de días y noches turbias, inciertas y tambaleantes. Sin embargo, podemos aferrarnos a los dolores, a las pérdidas, a esos malos sorbos o a la dificultad de masticar y digerir aquellas situaciones que desorientaban nuestro equilibrio y estancarnos, o bien; destacar nuestra sobrevivencia y supervivencia.»

Con estas primeras palabras de su cántico empezaba dictando el primer discurso del año el pequeño y viejo sabio cardenal de cabeza roja grisácea, encargado de brindar las primeras palabras de reflexión a sus semejantes que reposan entre las ramas y hojas de aquel árbol de mango; exquisita y fresca guarida. Dos pares de pitogüés, otro de calandrias y algunas palomas bravías formaban parte de la primera expedición denominada «primer vuelo de enero veinte-veintiuno».


«Pero todos los años nacemos de nuevo, emprendemos alas por nuevos cielos que volar, por planear. Fuimos capaces de soportar y sobrevivir; muchos quedaron en el camino, muchos dejaron de volar hacia aquellos sueños que permanecerán intactos para siempre, tal vez improbables, salvo que sus secuaces quieran lograr en honor a los reposados. A pesar de todo, nos ilusiona y deberíamos de ilusionarnos con ser capaces y a la vez privilegiados de presenciar el primer sol, de disfrutar de este libre celeste cielo desértico, del calor que emana el sol, de poder seguir cantando.»

Continúa Paco, apodado Paco el pequeño y viejo sabio cardenal de cabeza roja grisácea. Continúa Paco elevando sus más altos cánticos de enseñanzas, que espera poder servir de utilidad a quienes recién emprenderán vuelo, a quienes van fortaleciendo alas para descubrir nuevos cielos entre nubes y lluvias, entre sobrevivencia de aquellos animales hambrientos de su figura tierna y pequeña.

«Subimos al escalón del nuevo año, es un nuevo logro y tal vez un logro con mucho valor sentimental. Entre luces y sombras, los días y las noches, nos debemos contener, nos debemos ensamblar para mantenernos fortalecidos. Hay mucho cielo por recorrer, mucho cielo aún. Es tanto que por día tenemos veinticuatro horas para descubrir celestes y negros cielos desérticos distintos, cielos entre nubes distintas, blancas o negras, con lluvias y soles relucientes cambiantes por segundos y minutos, con lunas llenas o menguantes. No tengan miedo para descubrir ni desterrar limitaciones propiamente internas. Sean como Gaviota, purifíquense y relájense. Descúbranse y sean como Juan Salvador Gaviota.»

Al terminar su alentador discurso, Paco extiende sus pequeñas alas grises y elevando su robusto y blanquecino pecho, se reduce a un pequeño punto negro en el cielo, escalando alado entre distintas ramas y hojas de los árboles existentes en su nuevo recorrido, en su nueva hoja de ruta. Lo acompañan el resto de la bandada a la nueva expedición hacia sus propios horizontes entre cánticos y vuelos fugaces.

Yo me quedo con los sabios cánticos de enseñanzas de Paco, el pequeño y viejo sabio cardenal de cabeza roja grisácea.-

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