Anhelos callejeros

Anhelos callejeros

Este año mi cuerpo y mi mente no han estado en el mismo lugar, mi mente ha viajado más que en ningún día de su vida, ha volado por casi todos los rincones en los que mi cuerpo ha estado alguna vez.

Mis recuerdos no han parado de ir y venir, cada objeto de mi alrededor la trasladaba y se la llevaba, desde una llave hasta una taza. El cielo con sus disfuminadas y blancas nubes de fondo en casi todos los escenarios, aire, viento, hojas, tierra, aceras, quioscos, paradas de autobús…

Mi cuerpo vacío sin mente, como un robot se ha mantenido en el hogar agridulce hogar, funcionando mediante la energía fotográfica que mi mente muy lejos de él, le ha ido mandando.

Ha conseguido no hacerle olvidar a mi cuerpo cómo sonreír, ni lo qué es la felicidad, ha andado por las calles y he visto a la gente reflejada en los escaparates, ha cruzado por los pasos de cebra y he sentido el duro y áspero asfalto bajo mis calcetines, ha bailado bajo la lluvia y he olido la humedad y las gotas me han mojado el pijama, ha paseado en coche y he bajado la ventanilla, ha navegado en barco y las olas me han salpicado, ha volado en avión y mis oídos se han taponado, ha podido encontrarse con todas las personas que quería, he podido verlas a todas y todas sonreían.

Hemos vuelto a revivir todos los momentos maravillosos e inolvidables de mi vida, me ha hecho saborearlos y volver a disfrutarlos.

Cuando mi cuerpo pudo pisar la calle, ya no era el mismo, mi mente ya no estaba con él, estaba vacío.

Ahora, como un pájaro sigue volando libremente sin miedo entre las nubes, flotando sin cesar en sus interminables viajes astrales.

Esta siendo complicado reencontrarles, se han acostumbrado a vivir separados.

Intento ser la persona que era, pero es imposible, algo en mi ha cambiado y no volverá a ser igual, soy otra persona con el mismo cuerpo pero con otra mente distinta, el modo en el que percibo las cosas es otro.

Estoy luchando por conocer a mi nueva identidad en esta nueva dimensión y no está siendo fácil, creía que intuía quien era, pero nada más lejos de la realidad.

Antes era más inconsciente y ajena a muchas cosas sin querer y ahora lo soy queriendo.

Ahora cuando digo «hola» digo «hola» y cuando digo «hasta luego» digo «hasta luego», nunca habían estado tan llenas estás palabras, soy una imitación de lo que era o una nueva versión.

Algun día por la calle me encontraré con esa mente callejera y le daré las gracias por mantener con vida a este robot, que espera con anhelo volver a ser humano.

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