No sé si reír o llorar (La historia de la poesía desierta)

No sé si reír o llorar (La historia de la poesía desierta)

Karim Alí

09/12/2020

«Bloquear opiniones es sinónimo de cobarde, mal educado y cínico. La dictadura detrás de una pantalla»  
  (Anónimo S. XXI) 
¡¡¡Qué se lo pregunten si no a Furia Lucas y a Jesús Ave Fénix…!!!

¡Atención! 
En su despacho en Barcelona, Até Siniestra, directora de la editorial per-VERSO, recibió en la bandeja de entrada de su Outlook, un email de su amigo e inversor François Fernández. En el correo, vino anexado un PDF protegido por una contraseña. La editora, introdujo “Destrossa somniS” la misma que suele usar cuando de asuntos secretos se trata. Al acceder, acercó los ojos a la pantalla del ordenador y leyó:

«Mi hijo, participará en la próxima convocatoria de poesía. Aunque acabo de leer en el diario digital que andáis fatal de liquidez».

—Cierto y lo más seguro es que tengamos que aplazar el concurso —respondió Até en el email.

—Yo podría patrocinarlo. Además, estoy dispuesto a salvar tu editorial ofreciéndote acuerdos de edición con otros países —afirmó François.

—¿A cambio de…? —escribió Até.

—Dije antes que mi hijo quiere participar —repitió el inversor— De hecho, ya os mandó un manuscrito.

—¿Ah sí? Pues lo buscaré y le invitaré a las oficinas para que así nos conozcamos ¡Ah! —continuó— ¿Y nosotros jamás nos hemos intercambiado correo alguno, ¿verdad?

—Perfecto y, en cuanto a lo segundo, ya estás tardando en eliminar el mensaje —ratificó François.

Damián Fernández, recibió una carta de per-VERSO para tener una entrevista con Até Siniestra. Al llegar a la puerta del despacho —debido al gran parecido que guarda con su padre— ella al reconocerle, tras un saludo con los codos, le informó que tenía que hacer un recado en una de las calles de la zona, alentándole a que la acompañara durante el trayecto. Estuvieron conversando sobre el manuscrito. Até actuó como si realmente mostrara interés por la obra. Damián, algo sonrojado, le anunció su participación en el concurso de poesía. «Ahora son malos tiempos para las editoriales, pero si afinas la pluma en la convocatoria, quizás… podría ser tu año…», confesó Até guiñándole un ojo. «¡Lo flipo!, gritó el joven cerrando los puños y moviéndolos de arriba hacia abajo» Me lo merezco, ¡joder!, pensó Damián, mientras daba una calada al cigarro. Yo sí que lo fliparé con la inversión de tu padre, niñato, rumió Até.

En el concurso de poesía, se presentaron setecientos autores, entre los países de habla hispana. Todos debían de pertenecer al Círculo de Escritura El Manantial que, en colaboración con per-VERSO, intentaron que otro año más, tuviese lugar el certamen. Junto a Até Siniestra, formaban el jurado sus asociados de la editorial: Carmen Lápida y Agustí Sierra. Cada uno leía unos treinta poemas diarios, ya fuese en la Tablet de la empresa o en el pc. Usaban lo que ellos bautizaron como el vistazo efímero; que consistía en leer una serie de versos o varias estrofas y, continuar o no leyendo— según haya o no calidad— para condenar el escrito a la mesa de los descartados.

Al cabo de varias semanas, se reunieron en el despacho de Siniestra. Casualmente, los tres llevaban mascarillas del color del sol cuando no ilumina la tierra. Até, dejó entrever que la obra de Damián Fernández le había transmitido muy buen rollo. Intentó persuadirlos de que se trataba de un poemario muy completo. Y, además, su padre era su amigo y un gran empresario.

—Antes de leer todo esto ¿habrá pasta para publicar al ganador no? —dijo Carmen Lápida colocándose bien las gafas.

—Eso, debemos de tener asegurado el dinero porque si no vamos a publicar, voy a coger encima una depresión con tanta poesía de lamentos y mal de amores —enfatizó Agustí.

—No todo está perdido, chicos. Creo que no me habéis escuchado u os hacéis los tontos. El padre del tal Damián está dispuesto a patrocinarnos y a sacarnos las castañas del fuego —resaltó Até Siniestra levantándose de la silla.

—¡No, Até, ¡así no! Mantengamos la dignidad —recalcó Carmen a la vez que Agustí asentía.

—Es la única salvación que tenemos. ¿Volvisteis a leer su poema? No está tan mal, joder —recalcó Até.

—¡Nos negamos rotundamente a entrar en tu juego, Siniestra! —exclamó Carmen mientras Agustí observaba con atención.

—¡Qué os den por culo! ¡El ganador será Damián!, ¿No os dais cuenta de que corre serio peligro la editorial? —insistió Até.

—Como hagas eso, Carmen y yo emitiremos un comunicado tanto a El Manantial como a la prensa por tu mala fe. Quedas advertida —advirtió Agustí.

—¡Si no gana Damián no puede ganar otro! ¿Os imagináis la que me puede caer si no le hacemos ganador y, encima, rompiendo la promesa con su padre? Sería el fin de todos nosotros, afirmó Até.

—¡Estoy hasta el coño de tus entresijos! El premio se declarará desierto, exclamó Carmen negando con la cabeza la actitud de Siniestra.

—¡No hay más que hablar!, apuntó Agustí.

Damián Fernández, al leer el fallo del jurado se mostró confundido. La muy cerda me prometió el premio y me mintió, pensó. Se puso en contacto con su padre comentándole que la editora le había traicionado. François, con un tono suave, dijo que a Até Siniestra tan solo la conocía de oídas. «Ánimo, hijo. Ella se lo pierde. Sigue intentándolo», dijo a Damián. Tras colgar el teléfono, Damián, entró en la web del Manantial y no salía de su asombro al ver la cantidad de mensajes que estaban calentando el foro. Se formó un revuelo, no por haber dejado desierto el primer premio sino por el comunicado que Até, respaldada por el resto del jurado, hizo en la plataforma ante la indignación de los autores.

Se puso en contacto con Juan Del Moral, pseudónimo “Versos de grito”, uno de los más activos del Manantial, al que reveló que antes de iniciarse las votaciones y del fallo del jurado, Até, le aseguró de que él iba a ser el ganador. El cabreo colectivo consiguió que los concursantes creasen un grupo, Poemando, y se tomaran la justicia por su mano…

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