Y qué tal tu día…

Y qué tal tu día…

Carlos Perkinson

25/11/2020

Estaba apurada, su hermana había quedado en venir a cuidar al viejo y aun no llegaba, se le hacía tarde, se había arreglado, compró ropa interior nueva, algo sexy, pero tampoco demasiado , pensaba sorprenderlo y eso que a él siempre le sorprendía, tan solo siendo como era, una heroína de esas que no se rinden, su reina de corazones.          

Algunas cosas le habían hecho enamorarse de él, eso que no le hiciese caso a sus senos caídos, ni el vientre con los rasgos de haber tenido un par de hijos. No se sentía ella el prototipo de una amante, pero él la hacia sentirse deseada, querida, protegida y mimada.           

La primera vez que salieron,  ni si quiera le propuso tener sexo, conversaron, se interesó por saber de ella, de sus chicos, el marido que no quería darles los papeles a ella para arreglar los pasaportes de sus muchachos, la vez que le pegó y hasta la historia terrible con un hermano mayor del cual mas nunca supo y que había abusado de ella cuando apenas cumplía trece años.            

De su madre hablaba poco, había dejado a su padre apenas ella cumplió los quince  y se había regresado a su país con su familia, no estaban casados y según ella supo, su madre se juntó con un viejo novio, luego dejó de escribirle,  un par de años mas tarde se enteró, que se había suicidado. 

A él le fascinaba escucharla,  por lo menos así parecía y ella que no tenía con quien compartir y que sus hijos, ni el menor caso le hacían,  le parecía estar en compañía de un ángel junto a él           

Su angustia iba en aumento, la hermana no llegaba y no tendría tanto tiempo para estar con su amante, ya sabia la rutina pero no le molestaba, a veces era así todo a la carrera, sin muchos preámbulos y sin tanto romance. Pero tenia que dejar listo el asunto del viejo.             

Esto se lo reservó, por un tiempo no quería agobiarlo mas; con el hijo varón en drogas, la hija mayor embarazada y la poca gracia que le hacía a ambos  ver su madre liándose con un hombre casado; este asunto de su padre era demasiado. Pensaba que él iba salir corriendo despavorido, que iba a creer que era ella, la que de alguna forma atraía las desgracias y que si seguían juntos, le podría salpicar el extraño sortilegio del cual ella era víctima.             

Ya había lavado a su padre, le había dado de comer y lo había movido de lado en la cama, para evitar que la llagas que tenia en carne viva, le molestaran más de lo que ya le molestaban. Tenia la inyección para calmarlo y que pudiese dormir, pero no quería dejarlo solo, quería salir cuando su hermana estuviese en casa. 

Ahora tenia el dilema de dejarle o cancelar la cita, él le había dicho que iba en camino, ya no podia esperar más, volvió a llamar a su hermana quien mintió y le dijo que iba llegando, que no se preocupara y se fuera. Lo hizo pese a que todo le decía que no,  salió en carrera a encontrarse con su amante. Su corazón agitado , la humedad de su cuerpo anticipando el encuentro.           

Al llegar , nada de besos o efusividades en público, fueron a la habitación del hotel de siempre, la ropa cayendo por el piso, los labios besándose cada milímetro,  apretados uno contra el otro,  sin espacio entre los dos, sus piernas, su cuerpo asunto de sus manos, de su lengua, toda ella para él,  sin ningún reparo, ella su reina de corazones.           

Al terminar esa danza de deseos, él se sentó al borde de la cama, encendió su cigarro y ella comenzó  contarle del problema de su padre, él prestaba atención, ella se sentía confortada, querida.  Al fin su pequeño oasis, su remanso de paz, su jardín de amor, no lo pudo evitar y lloró, él se acercó, secó sus lágrimas y luego de unos minutos, la miró, ambos sabían que era esa mirada, se duchó rápidamente, se vistió y salió, dejándola en la habitación.           

La ventana de la casa había quedado abierta, daba sobre el callejón y estaba atestado de basura, una rata curiosa entró por la ventana, la hermana nunca se presentó y el pobre viejo vio subirse el pequeńo animal de dientes afilados a la cama, el estaba inmovilizado, pero pudo ver y sentir que lo olfateaba como le  mordisqueaba, finalmente la desesperación y su debilidad hicieron el resto, una tragedia mas se acumulaba en la lista de eventos desafortunados de la reina de corazones.         

Mientras se vestía para ir de regreso a casa, soñaba como sería la vida con un hombre como él,  pensaba que su hijo estaba en la escuela y la mayor estaría llegando a la pastelería donde trabajaba, lo cierto es que el hijo estaba vendiendo  un par de dosis,  cuando entró la policía al parque y se lo llevaron preso, casi al tiempo que la hija recibía una bofetada de su novio,  e iba de regreso llorando al trabajo.        

Él salió , no la volvería a ver, se detuvo para hacerse un tatuaje tenia la cita y la decisión tomada, desde la semana pasada,  una baraja de póquer con una reina de corazones. Revisaba sus notas, tenia suficiente para su historia, ya no la necesitaba. Mas nunca volvería a llamar, eso era todo, no creía que podría sacar más líneas para su relato.

Al llegar a casa estaba sola, la hermana no llegó nunca, su padre estaba muerto, una marcas de sangre sobre la sabana blanca, daban cuenta de lo sucedido, sintió que todo daba vueltas, llamó a su hermana,  quien finalmente atendió la llamada y le preguntó:      

¿Y qué tal tu día?

 

         

            

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS