Era de cartas aquel taller, ya te lo había platicado, ¿no? Una de tantas en tu cuarto escuchando cancioncitas raras. Es que la primera carta no fue para nadie, un personaje que me inventé por la tarde, la segunda ya no me acuerdo y la tercera se me fue en silencio. Pero la última, la carta tuya ya no mía, iba más o menos así;

Y es que eras poema, y cuando te soñaba, en otras formas, otros nombres y con menos colores, te encontraba; eras más que las conversaciones y menos que las palabras.

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