Lo mejor era suicidarme, mi nata desgastada ya no deseaba asesinar más personajes, tampoco, eliminar historias de amor inconclusas. Nada podía revivir mi pasado cuando obligado, liquidaba a cientos para luego, ver de nuevo sus rastros en el papel. ¡No quiero volver al taller de escritura! el bullying me agobia.¡Ojalá mis dueños me conviertan en el bocadillo de su banquete! Creo que seré más feliz, bajando por sus ductos digestivos que esfumándome cada vez que resbala mi cuerpo sobre la hoja.

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