Me mandaron a leer de primera y la sangre traicionó a mis mejillas, haciendo pública mi vulnerabilidad. Cuando terminé, lo descubrí con sus ojos penetrantes clavados en mí y una sonrisa franca.

Los relatos de los demás compañeros se derramaron mientras cruzábamos miradas intermitentes y él hacía apuntes en un bloc. Así comenzó nuestra historia y no quiero recordar cómo terminó.

Hoy abro el periódico y veo su foto. Lo entrevistan por el lanzamiento de su primer libro.

Me basta con el título.

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