Ahí está. Sentada en la repisa de aquella azotea con sus pies colgando al vacío. Su cara angelical, refleja la angustia que debe soportar cada día. Siempre a la sombra de su hermano, quien a diferencia de ella, él sí es querido por todos. Ni él la consuela, sangre de su sangre, parece no entenderla. Sigue al rebaño, se burla de ella.

Intenté apoyarla. Se fraguó la venganza. Ya pocos quedan de aquellos que la maltrataron. Las primeras gotas de sangre en teñir sus manos, las de su hermano.

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