Tenía que liquidar al protagonista principal, ese era el final de la obra, pero me di cuenta que me había encariñado con él . Eran tantas las aventuras que pasamos juntos, que dudé a la hora final. No lo pude matar de ninguna manera , ni permití que se suicidara ; sabía que se me acababa el tiempo y la novela debía ser entregada, pero mi mano tembló cuando cogí el lápiz para registrar la funesta decisión. Definitivamente, no fuí capaz, y lo dejé vivir a mi lado, durante muchos libros más.

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