Grande es tu taller Maestro y extraños tus signos.

Ni renglones ni reglas. Sólo susurros.

La perezosa araña hilvana un paso de baile etéreo…

Y Tú balanceándote en el tiempo, jugando al escondite tras la risueña vieja desdentada.

¡Niño, traeme el estilo que borra las deudas!

Sé que no soy tu alumno aventajado pero ya aprendí el lenguaje del cuco, la salmodia del viento, la solución al jeroglífico de la semilla oculta en el invierno.

Por ello, si no te importa, corrígeme y dame un premio.

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