Es esa voz interna que siempre nos acompaña. Que está ahí cuando ya casi nada queda. Es esa amiga que te toma de la mano y te sacude de la cama. Y te toma entre sus brazos, cuando todo va bien y te anima a seguir por el camino. La esperanza te susurra a ti sola y te calienta el espíritu y te recuerda mil veces que no todo está perdido. Aún cuando nos sintamos perdidos y aún cuando aparecen nuevas y extrañas razones para divagar y creer que es imposible seguir y que lo preciso es parar. Esperanza

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