Ya
ha venido el tipo de los cascos y ha quitado las margaritas. ¡Mira
que lo sabía!. Ya ves.
¿Y
que nunca me había fijado en cómo se abren y se cierran? ¡Qué
lindas! Había como mínimo 21000, en medio de este verde, verde,
reverde, de este aguas mil. Ya ves.
Y
también los dientes de león. Había cuatro, el de allí, el de acá,
el de mas allá, y López ¡Tan amarillos! ¡qué lindos! ¡Adiós!.
Luego
esa cosa de llorar, con las noticias, claro. Con tantos muertos y
héroes y gente sóla, y viejecitos que les llevan el pan, y niños
inocentes, tan contentos porque sus padres están con ellos las 24
horas ¡A llorar!
Y
ésto de las margaritas me ha dolido te lo juro un montón. Tapizaban
por encima del verde como una mantita aérea, blanca suave y ¡tan
simpática! Ahora abiertas, ahora no. Pero no necesariamente por la
mañana o por la noche. Que si por el sol, que si por el frío. Y no
he llegado a ninguna conclusión ¡Adiós!
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