Infame cuarentena, ¿qué pesas?,

moribunda esencia llevas.

¿Cuándo fue la última vez que aquel astro vi?,

¿es que acaso fue por algo que no di?


¿Cuándo fue la última vez que suspiré el viento?,

fue cuando no supe que ese momento se apreciaba lento.

¿Cuándo fue la última vez que la cortina ondeó?,

creo que fue cuando aquel pájaro coreó.


Huir corriendo y parar es una imposición,

ya no soy soberana, porque se que no es opción.

Sentir que el cuerpo al duelo no lo expulsa,

y no tiene armadura, solo se satura.


Días queriendo que las mañanas sean eternas,

es lo que veo, talvez yo esté enferma.

Las tardes se convertirán en el cautivo de mi esencia,

donde expresar cuesta, y eso es abstinencia.


En la terraza me he visto buscándome,

intentando que la serenidad me dome,

un almizcle de tierra mojada,

hace que ante la añoranza me sienta hostigada.


Ahuyentados de la primer rutina,

donde solamente divisamos la cortina.

Hoy nos ha domado la inercia,

aunque no la estimemos, sabemos que ella es necia. 

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