Desde mi ventana la vi pasar con su falda carmesí y su moño de pirulí 

iba trancando el paso solitaria y con su pelo gris.

iba con su mascarilla cosida con un generito que seguramente le sobraba de la época del anís.

No sabría decir cuantos años habían pasado por ese cuerpo cansado de tanto ir y venir.

No sabría decir si aún pintaba sus labios o solamente los mostraba así como así.

De repente algo del piso la hizo tambalear y ese cuerpo suyo a la tierra se fue a acostar.

De repente mi corazón se agito , no lo pensé y tan solo partí ;salí a la calle  

y mi brazo le tendí ;fue entonces cuando entendí la importancia de que cada uno se olvide del mi y piense  muchas veces más en esos tantos ti.

Fue entonces cuando vi que también se puede sonreír no tan solo con los labios ;sino también con los ojos de cualquier color que tenga un pirulí. 

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