Amor en tiempo de cuarentena

Amor en tiempo de cuarentena

Stephany Paez

28/04/2020

Sentía dentro de mi, un holocausto de sensaciones. Al partir esa mañana, no supe nunca que seria la ultima vez que le vería así, tan tranquilo y despeinado. Me despedí con un beso en la mejilla y con la promesa de verle la próxima semana.

Partí en el metro sin mirar atrás, con la mente en ese momento solo en el trabajo. Se escuchaban rumores de cualquier tipo esa mañana, pero al llegar a la oficina solo pude concentrarme en las actividades del día. 

Al salir todo estaba mas solo de lo normal y fue cuando llegue a casa que supe algo que cambiaría mi objetividad de aquel entonces. 

Nuestro país se encontraba desde hace mucho en una cruel dictadura, aquella que nos había robado hasta la esperanza de años de jubilo en paz. Aquella tarde esa noticia no fue como la que estábamos acostumbrados a recibir en nuestro país, esa tarde sencillamente nos acortaron aun mas la posibilidad de volver a la libertad. Fue entonces cuando llego la cuarentena a nuestro país, el aislamiento personal. Adiós trabajo, a nosotros se adhirió como complemento para ir al mercado, guantes y tapaboca, se acabaron los abrazos y besos al saludar.

Pero al transcurrir los días yo solo le seguía extrañando, era como que estaba acostumbrada a la guerra y al caos, que podía soportar esta situación pero que sin el se me complicaba, hasta en el mismo bunker que construí para poder soportar tantas cosas que ya había vivido. Solo sentí que debía acortar los días, que en cada llamada debía soportar sus palabras que tanto me lastimaban, esos «te amo» que parecían de mentira. Dentro de mi habían tantas cosas por decir, era un amor que habíamos perdido por causa del destino y cuando al fin nos encontramos el destino decidió separarnos nuevamente.

Habían pasado dos meses de aquella ultima vez que lo sentí cerca de mi y fue cuando entendí que ni el tesoro mas grande podían comprar un minuto a su lado, un abrazo de los suyos, su olor, sentirlo conmigo, nada. Sencillamente en ese punto no me bastaban nuestras llamadas. 

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