Lo vemos a través de su ventana. 

Una estructura cristalina nos separa,

pero también nos lo acerca. 

Ese material duro, frágil y transparente lo ha elegido, ahora es parte de él. 

Esperando ser reflejados por la luz del sol, anhelan el calor desde su frío armazón. 

Así vive el hombre cristal, esperando rasgarse para poderse encontrar.

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