Admiro la génesis de un ocaso
color ámbar con tonos anaranjados
reflejos violáceos y tintes purpuras.
Aves planeando, subiendo hasta lo alto
para luego suspenderse en el aire.
Una aberrante bruma densa en el ambiente
y sobre el Río de la Plata
sombras abarquilladas e inconstantes.
Me tomo el abaldonamiento de cuestionar mis propias ideas, aunque algunas sean deslumbrantes.
Inmóvil por fuera y revuelto por dentro disfruto de esta frecuencia, oyendo los cardenales inquietos y ariscos, de canto sonoro y agradable bailar por la inmensidad.
Con su pelo y sus finos rasgos hipnotizo mis ojos,
con su voz y sus ojos mi mente
y con su mente
mi corazón.
El análisis es tanto arte como medicina, es por eso que el desorden que me rodea no podría ser mejor. Cada vez que analizo me encuentro en un viaje lisérgico extremadamente vívido.
Un vendaval se llevó sus palabras
las que yo esperaba.
El perlar de las gotas incesante
acabo conmigo.
Inconexo de mí mismo
Atisbo el horizonte más lejano.
Me siento residuo de ceniza, es algo ineludible. El ardor en mi sangre no disminuye y quizás tampoco lo haga. Con mi guitarra sobre el regazo tarareo melodías lóbregas.
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