Rutina en días raros.

Rutina en días raros.

                    ‘Mañana en Cape Cod’, de Hopper     

Se puede llevar los primeros días, incluso, te haces a la idea de que te vendrá bien un descanso. Y así te pasas la jornada de teletrabajo, yendo del ordenador a la cocina y viceversa (un té, una página, una galletita, una llamada de teléfono, unos cacahuetes…) Y hasta haces una fiesta de todo: de los aplausos en el balcón, de la cerveza on-line con los amigos… Sin embargo, llega el momento en que decides empezar a moverte un poco, hacer algo de deporte. Entonces, te dispones a cambiarte de ropa y te das cuenta de que el pijama está pegado al cuerpo, resulta imposible desprenderse de él, de tanto tiempo que lo llevas puesto. Tiras de una manga y nada. Tiras de la otra y tampoco. Te enroscas como una oruga en el suelo, llegándote con ambas manos lo máximo posible a la espalda, con la vana esperanza de quitarte la parte de arriba. Pero esto es aún peor, solo consigues hacerte un tirón en el abductor derecho y en las lumbares. Así que te resignas, lo dejas estar. Te pones con la tabla de ejercicios, “quizás el pijama se canse”, piensas. Y nada, cuando terminas, estás hecho todo de algodón sudoroso, y decides ducharte, eso sí, aplicando también mucho suavizante a la tela. Y así sigues, en pijama e intentando adaptarte a la situación. Del té con tostadas, te pasas al bocadillo con panceta y cervecita. Y como el sol se convierte en un bien escaso y muy preciado, acuerdas hacer turnos con la familia en la ventana del comedor, o recoges los rayos en botes de conserva (para después reutilizarlos y eso. Aunque esto no funciona, no lo intentéis). En fin, que espero que esto termine pronto, que podamos vernos las caras de carne y hueso, en vez de pantallas de LCD, pues os echo mucho de menos. Y ahora os tengo que dejar, toca lavar el pijama en la lavadora. Solo espero no encoger demasiado con el centrifugado.

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