El rey, acorralado e indefenso, se encaminaba con el paso lento y vacilante de un elefante herido hacia el rincón de la torre; para morir ahí. Traicionado por la ambición de su reina y abandonado por su ejército diezmado, encajaba impotente mis golpes precisos, que lo hacían retroceder una y otra vez.
Le interrogué una vez más con la mirada buscando su rendición, pero su terquedad y su vano orgullo le llevaron a prolongar la agonía inútilmente. Apenas un paso antes del mate, mi hermano mayor inclinó su regia figura ante mí y me felicitó con una mueca de mal disimulada frustración. El confinamiento me había convertido en un temible jugador de ajedrez.
 
         Victoria
                                    Victoria                                 Semillero de historias de cuarentena
 Semillero de historias de cuarentena
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