Mi yo de hace un mes y medio

Soy de las que piensan que todo pasa por algo. No es que sea mi lema vital ni nada parecido, realmente solo llevo unos 40 días dándole vueltas e intentando convencerme de que es así. Suena a tópico, lo sé, pero es eso o fustigarme por la incertidumbre que me rodea. Y creo que por una vez he conseguido no hacer un drama de la situación. Sin que sirva de precedente.

Antes de que un maldito virus decidiera paralizar la vida de un país entero, yo me encontraba intentando encauzar la mía. No sabía ni por dónde empezar. Un caos total se apoderó de mí. Estoy exagerando. No por lo del caos mental, que de eso hubo y mucho, sino porque solo tenía que decidir a qué me quería dedicar. No es para tanto, ¿verdad? Quizás lo sea cuando tienes 23 años y una carrera universitaria con dudosa inserción laboral. Vale, estoy haciendo un drama de nuevo.

Mi yo de hace un mes y medio acababa de finalizar su tercer periodo de prácticas. Antes, se había convertido en una periodista más con ganas de comerse el mundo. Mi yo de hace un mes y medio todavía las tenía, pero no sabía por qué parte de mundo empezar a comer. Una sucesión de prácticas la habían salvado de la incertidumbre. Lástima que no fueran eternas.

Mi yo de hace un mes y medio quería quedarse en el último lugar donde fue becaria. No era el trabajo de sus sueños, si ni siquiera le gustaba, pero la muy cobarde evitaba enfrentarse a la realidad. Suerte que decidieron por ella y la sustituyeron por otro dulce becario. Todo pasa por algo.

Fue entonces cuando empecé a buscar. Ni siquiera sabía el qué y cualquier cosa me valía. ¿Qué me gustaba? ¿Cuáles eran mis intereses? Qué más daba… Solo quería algo qué hacer. Y entonces, llegó la pausa. Impuesta y necesaria. Coronavirus se llamaba.

¿Cómo iba ella a encontrar trabajo en esa situación? De nuevo, la habían obligado a parar. Ahora no le quedaba más remedio que pensar. Menos mal.

Todo pasa por algo.