
Nos arrancaron abril,
quitando del calendario
hojas sin tachar.
Nos cortaron las alas,
quebrándose el vuelo
a ras del suelo.
¡Nos volvimos tan vulnerables,
tan pequeños!
Nos dejaron sin abrazos.
Nos confinaron los sueños.
Tuvimos un presente
sin fecha de vencimiento.
Y la tristeza se instaló
en un ángulo del salón.
Así, se congeló una primavera
cosida el alma
a una sombra de rabia, de dolor
y desbordada entre lágrimas y ausencias.

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