Siempre he imaginado detrás de ese refrán a una persona pronunciando sus palabras con notas de proeza y osadía, que esconde o delata una auténtica odisea. Pero ella, con esa mirada desafiante dándoselas de interesante, a mi me desconcertaba, hasta me daba risa. Desde luego siempre he considerado que era una buena actriz y aquellos que no le conocían realmente podían quedarse admirando su hazaña casi petrificados, claro que no por el contenido, sino por la forma de contar sus batallitas. Teatrera donde las haya pero adorable.

—Más vale pájaro en mano que ciento volando —me susurraba Rebeca al oído, sin pico y con la boca de piñón, casi ininteligible. 

La vida le dio una lección, si señor. Comprendió que nada nos pertenece y aquello que más queremos no puede ser comprado. También meditó por tiempo indefinido, en silencio, salvo por mis cantos. Gracias a la distancia estuvo más cerca que nunca de los corazones que más quería, y se liberó deshaciendo esos lazos que en su momento fueron útiles pero se habían quedado allí latentes, ocupando un espacio digno de ver una nueva luz.

Rebeca, ¡cuidado!, porque si abres demasiado la ventana estaré preparado para volar y quizás no regresar. Si te soy sincero creo que siempre volvería contigo. Solamente me iría para verte la cara de angustia por mi pérdida, para que con mi vuelta volvieras a sentir ese entusiasmo e ilusión en tu mirada cuando me elegiste en la tienda.

Parece que valoramos lo que realmente nos importa justo cuando sabemos que lo hemos perdido. 

No olvides que la vida te desafía, siempre. Recuerda mi mirada: aunque sea un pájaro no me subestimes, que soy yo, quien tiene alas…

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS