Ruido en la calle. Algo inhabitual estos días. Nos asomamos a la ventana. Un coche de la guardia civil, un coche de policía, una ambulancia. En el suelo, un cuerpo cubierto con una manta o algo parecido. Hay más vecinos en los balcones. En la azotea de la casa de enfrente se ven policías, miran hacia abajo.

¡Otro anciano que no ha podido soportar la expansión de su soledad! Vivía con ella pero esta no ocupaba mucho sitio. Él iba cada día a tomar el café con sus amigos, luego caminaban un poco. Así pasaba su mañana, se hacía la comida, una siesta, un pequeño paseo hasta la plaza y luego a casa. Sí, tenía una hija en Zaragoza o en Valladolid, a veces lo decía, pero nunca la habíamos visto.

Pero con el confinamiento la soledad fue ampliándose hasta llegar a ocupar casi toda la casa. Y Llegó un momento en que él ya no podía respirar. No quería subir a la azotea por si le daba alguna idea… Y la idea le dio.

¿Cuánto tiempo duró su agonía en el asfalto? ¿A qué hora buscó la huida? Cuando la guardia civil pasó a las 8 de la mañana estaba frío y la sangre seca.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS