Una vez leí un verso simple:

«Los enamorados son tontos…
detén el auto por favor, dijo ella, quiero ver el ocaso,
él manejaba a 120 km. en una desértica ruta y aminoró la marcha hasta detenerse,
en silencio vieron como el horizonte tragaba los últimos rayos dorados convirtiendo el cielo en un mar de anaranjados y ocres,
luego continuaron a toda prisa a la gran ciudad.
Los enamorados son tontos…»

Hoy, tras dos semanas de encierro en cuarentena por una pandemia asesina que recorre el mundo, entiendo el significado de ese simple verso, vivíamos corriendo en la autopista de la vida, tras logros que la sociedad nos exigía para ser reconocidos, para permitirnos un lugar en su parnaso de buenos consumidores de la realidad cosmopolita y nueva era digital, donde solo valen los que triunfan… triunfo que no se pregunta como,  sino solo aplaude el resultado de un buen cuerpo, una buena cuenta bancaria y una gran dosis de artificial alegría publicada una y otra vez como foto, frase o retuit en alguna de las milagrosas redes sociales que alimentan nuestro altar ego sucumbiendo a cien likes antes que un simple abrazo real…

Dejamos de ser tontos para convertirnos en importantes, dejamos la simpleza por la complejidad de redes y tecnología, que cada vez nos separaba más de nuestra esencia de seres humanos, alimentando los bolsillos de las grandes multinacionales, excelentes pirámides contemporáneas construidas sobre la explotación del hombre por el hombre, consumiendo vorazmente los recursos de un mundo camino al colapso de la civilización…

Y repentinamente algo, alguien o ya no me importa qué, puso un freno, que detuvo la sociedad humana bruscamente y con secuelas para una década o mas, y entonces descubro muchas cosas que tengo y no necesito, muchos lugares que recorro y no preciso, muchos contactos que utilizo pero no me escuchan…

entonces descubro que lo único valido es vivir  una pasión que consuma mi ser en el fuego del amor… sentir el abrazo del amigo que esta en las malas… saber que tras la negra noche hay un nuevo amanecer para lo cual debo quedarme en casa si lo quiero ver…

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