¿No os parece tener la sensación de estar viviendo uno de esos temas de los libros de historia del colegio? Esos en los que pensabais la tremenda situación que se debió vivir y cómo se pudo soportar. Pues bien, ya hemos comprobado cómo es, y que se puede.
A pesar de esta tragedia que está asolando al mundo entero, donde no caben distinciones entre clases sociales, políticas o étnicas, podemos estar orgullosos de nosotros mismos.
Cierto es que cada persona es un mundo, y hay quienes se aprovechan de esta etapa que nos ha tocado vivir para alterar el orden de nuestra sociedad. Nuevos timos para sacarnos dinero…, nuevos casos de violencia de género en el que las mujeres vivimos una doble pesadilla, donde confinarnos en nuestras casas puede llegar a matarnos, en vez de salvarnos la vida, triste ironía…
Pero dentro de ese caos, de este momento, de las muertes y enfermos que les ha tocado lidiar con este invisible enemigo…, me fascina ver cómo no faltamos ni un sólo día a ese vespertino aplauso hacia aquellos médicos que luchan incansablemente por curarnos. Ni vídeos de gente que intenta animarnos, ya sea haciendo un rico plato, una manualidad o simplemente contando el peor chiste que exista.
¿Cómo no vamos a afirmar que este es el mejor mundo del mundo?
Cuando personas que no se conocen lo más mínimo, escriben cartas de apoyo a aquellos que se encuentran postrados en la cama de un hospital para que no se sientan solos; o cuando existen empresas que contribuyen en la fabricación de material sanitario; o cuando hay vecinos que le cantan el cumpleaños feliz a su anciana vecina para que aunque, sea por un único momento, la mujer pueda sentir que el protagonista de la historia no se llama Covid, sino Encarna; o mismamente cuando las calles se llenan de música para alegrarnos el alma y recordarnos que esto, al igual que todo lo que se nos ha acontecido a lo largo de nuestras vidas, pasará, que permaneciendo fuertes y unidos, podemos con todo.
Gracias a vosotros, por ser una de las piezas fundamentales de todos nosotros.
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