El nido de golondrinas

El nido de golondrinas

Carlos Medina

12/04/2020

Estoy sitiado, lejos de todos los míos, y dedico la mayor parte del tiempo a beber cervezas, una tras otra, con el culo aplastado en una silla vieja de mimbre y los pies apoyados sobre la barandilla de mi terraza, desde la que  observo el drama. 

Y no me refiero al drama del virus, al que intento ser ajeno, sino al  que ha ocurrido justo encima de mí, en el nido de golondrinas que en el vértice entre la pared y el techo heredan de una primavera a otra sucesivas generaciones de esas delicadas avecillas.

Por la abertura superior de su pequeña fortaleza de barro asomaban sus cabezas cuatro polluelos, a los que yo había bautizado con el nombre de los cuatro Beatles: John, Paul, George y, el más pequeño, Ringo.

Era un drama anunciado porque a Ringo sus tres hermanos nunca lo dejaron comer por ser el más débil, a pesar de que la madre, como una saeta frenética, iba y venía trayéndoles insectos que devoraban con rabia.

Ringo cada vez se había ido quedando más desnutrido y pequeño, hasta que la madre desistió de intentar alimentarlo, dando prioridad a sus hermanos.

Pero algo truncó este infalible plan de selección natural: llegaron las hormigas como siempre suelen llegar, escalando con disciplina marcial la pared en una larga fila de ida y vuelta en la que parecían saludarse,  porque ya habían olido la muerte y se dirigían a invadir el cuerpo del pobre y debilitado  Ringo.  Hasta que acabaron con él.

Sus tres hermanos continuaron comiendo, ajenos a la muerte del pequeño,  y también al hecho de que las hormigas ya habitaban el nido. 

Como era de esperar continuaron su avance letal hasta alcanzar a George, después le tocó a  Paul y el último en caer fue John, que se arrojó del nido hasta la calle.

Dan las ocho y vuelven los aplausos, las sirenas y la música y, mientras abro otra lata de cerveza, me pregunto qué habría ocurrido si sus hermanos hubiesen dejado comer al pequeño Ringo.

Puede que estemos haciendo lo mismo con nuestros viejos…

«Cuando yo era más joven, mucho más joven que hoy, nunca necesitaba a nadie»

(Help, The Beatles) 

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