Aquellos maravillosos años

Aquellos maravillosos años

Julia Guerrero

09/04/2020

“Lo efímero en memorias de elefante”. Aquella frase no paraba de dar vueltas en mi cabeza. El confinamiento sin lugar a duda fue algo horrible, especialmente para las personas que, como yo, no nos gustaba quedarnos a solas con nuestra propia mente. Los planes de muchas personas se desvanecieron, las dificultades iban subiendo cada día, la salud mental que en aquellos momentos yo decía tener brillaba por su ausencia. El horrible virus me arrancó de la ciudad más bonita del mundo, donde yo vivía, Sevilla, para devolverme a mi hogar de toda la vida. Sueños a medio realizar, viajes cortados por la mitad, abrazos demasiado fríos como para ser los últimos. Aquel marzo era el preludio de mis últimos meses en aquel hermoso lugar, acompañada por personas que había conocido hacía cinco años y que se habían convertido en auténticos compañeros de vida. Mis padres me habían dicho desde siempre que los mejores amigos, los que se quedarían conmigo para siempre, los conocería en la universidad, y si bien era cierto que yo ya contaba con amigas de oro antes de empezar los estudios, ellos habían sido partícipes de los momentos más felices en aquellos últimos años.

Mientras intentaba mantenerme cuerda en aquel confinamiento, no podía creer que hubiesen acabado las risas entre clases, las tardes -y noches- en la biblioteca, las huellas que dejamos en cada calle que pisamos. Nuestras teorías sobre la vida, las cervezas al sol, las conversaciones sobre el mundo a la orilla del río. La de veces que nos habíamos sentido eternamente jóvenes, cantando a pleno pulmón, en cualquier fiesta. Y lo que había aprendido, joder. No solo conocimientos teóricos, esos me sobraban, sino a ser yo misma, a enfrentarme a retos, y especialmente, a conocer el valor de amistad de primera mano.

El día 22 de cuarentena, sentada frente a mi ventana, la primera lágrima rodó por mi mejilla. Tenía que decirles adiós para siempre, porque crecer es aprender a despedirse. Sólo me quedaba recordar lo que fuimos, y cruzar los dedos por volver a encontrarme a personas tan extraordinarias después de la cuarentena.

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