Aislamiento social y obligatorio por tiempo indeterminado debido la presencia de enemigo invisible, que es mortal y se ha cobrado miles de víctimas a lo largo y ancho del orbe, que ha borrado toda diferencia social, política o religiosa, porque la parca en su paso letal con la guadaña mortífera, nos ha igualado y anda por las calles en busca de víctimas, por eso hay que quedarse en casa y no tentar el destino, pues no entiendo a aquellos que hacen caso omiso a la cuarentena y padecen de una enfermedad mucho peor que el corona virus, la estupidez humana.
Estupidez humana, que siempre está presente y que nos lleva a querer ser dioses, pretendiendo desafiar a las fuerzas de la naturaleza o al orden establecido y no medimos las consecuencias de nuestros actos.
Hoy el planeta Tierra, ha tomado cartas en el asunto y ha puesto un freno al accionar del hombre que ha ido degradando con el correr de los siglos, el único hogar conocido hasta el momento, los humanos somos una especie dañina, que ocasionamos daños a nuestros semejantes y a otros seres vivos, a tal punto ha llegado la situación extrema, que un ser vivo, un virus, el ser vivo más microscópico, ha puesto en jaque a la humanidad y ha obligado a recluirse en sus hogares.
Recluirse, para pensar lo que ha hecho mal hasta el momento, tiempo para analizar y determinar cuáles serán los pasos a seguir después de que transcurra esta pandemia, que hoy estamos padeciendo en todo el mundo en mayor o menor medida según el lugar donde estemos viviendo, estamos resistiendo esta etapa de la historia que nos lleva a luchar contra el enemigo invisible que está acechando afuera.
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