Está de más decir que en todo el mundo el coronavirus hizo cambiar de hábitos y costumbres. Los hogares, casas, pueblos, ciudades, religiones y demás se van adecuando a la cuarentena obligatoria, otros lugares tomaron medidas distintas. No voy a realizar una conclusión magistral ni mucho menos, esta problemática atraviesa a tod@s, tenemos que tener paciencia e ir viendo como nos acomodamos a los cambios.
Sin ir más lejos el domingo que paso, 5 de abril, fue Domingo de Ramos para el pueblo cristiano, este acontecimiento se “festejo” en todo lugar que tenía y quería conmemorar esta cuestión, eso sí, tuvieron que realizarlo de manera particular.
Con mucha distancia y encerrados en sus casa, los fieles utilizaron la tecnología, no tuvieron otra opción que realizar misas virtuales, beber el vino que tenían en sus heladeras, comer alguna galletita o masita que simbolice la hostia.
Algunas iglesias convocaron a sus seguidores a participar por Streaming del recordatorio del ingreso de Jesús en Jerusalén. Hasta el Papa dejo un mensaje en internet para que tod@s puedan utilizarlo en el momento que puedan. Algo inédito en la vida católica.
Imaginemos por unos minutos que Jesús de Nazaret tenía celular y cuando va llegando les aviso a sus fieles, entonces ellos lo esperaron con sus teléfonos celulares a las manos para filmarlo como entraba, sacarse unas selfies con el tipo y él contento abraza a cada uno (cosa que hoy no podría). Al otro día tenga más millones de seguidores por Instagram y se tome un tiempo para charlar con algunos vía Skype.
Este suceso marca el fin de la cuaresma y el inicio de la Semana Santa. Me pregunto, ¿ cuánto falta para que termine la cuarentena?
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