¡Viva mi vecina!
Si fuera otro tiempo cualquiera diría que está loca, sin embargo, hoy salimos al balcón entusiasmados para aplaudirla. Y es que mi vecina nos regala cada día desde su terraza del cuarto piso, canciones de esas que te levantan el ánimo.
—¡Arriba esas palmas!
—¡Venga que no os oigo!
Pasado un ratito los niños y mayores ya la siguen, luego vamos los de mediana edad, los más vergonzosos. Al final cantamos y nos reímos como si estuviéramos muy juntitos, a pesar de estar tan separados.
Lo pasamos casi tan bien como cuando éramos libres.
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