¡ESTABAMOS TAN CERCA DE LA FELICIDAD!

¡ESTABAMOS TAN CERCA DE LA FELICIDAD!

       ¡Estábamos tan cerca de la felicidad!

Confinamiento. Introspección. Días largos, ansiosos. Se palpa la solidaridad; los grandes teatros de ópera del mundo ofrecen retransmisiones gratuitas. Reflejo del relámpago universal que nos ilumina.

Metropolitan Opera de Nueva York nos invita cada día. Cada día una ópera producida por ellos. En diferido, claro, pero de gran calidad. Ahora aprovecho para emocionarme con óperas célebres que no he visto en directo.

Hoy han retransmitido Eugenio Onieguin, de Chaikovski. Una ópera a caballo entre el romanticismo tardío y el nacionalismo ruso de finales del s XIX. Eugenio Onieguin pronuncia, llorando, la última frase de la ópera:

«¡Estábamos tan cerca de la felicidad!»

El corazón me da un vuelco. La frase va calando en mi mente. ¡Estoy viviendo esto durante la pandemia atroz! Aquí y ahora. Teníamos la dicha cerca, dentro de nosotros y…la buscábamos fuera, lejos.

Buscábamos la felicidad. La buscábamos donde nos indicaba la publicidad, donde los grandes poderes de este mundo nos decían; porque teníamos que ser felices, por obligación. Estábamos tan cerca de la felicidad, que no la sentíamos.

En el juego de vivir cada uno juega con las cartas que le han tocado, lo mejor que sabemos. Pero, engañados, hemos querido jugar con otras cartas que nos ofrecían, que creímos nos deberían haber tocado… ¡Y hemos perdido! Como Eugenio Onieguin.

¿Aprenderemos ahora a vivir?

 

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