Mientras la Cuarentena se extendía más de la cuenta y los alimentos disminuian, así como las personas.
De un día para otro, en la fila comenzaron repartiendo durante la cena un plato de caldo con pequeñas albondigas, el cual estaba muy sabroso aunque algo grueso, pues tenía una pequeña nata de grasa.
Ojalá, Javier estuviera aquí para compartir con Él este alimento, decía una voz mientras el cocinero, sonreía maliciosamente al momento de revolver el caldero.
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