¿Recuerdan la frase que un día se puso tan de moda, esa que decía «que se pare el mundo que yo me bajo»? Pues ya se paró. Y ahora me pregunto, ¿qué hago? ¿me bajo? Tengo que reflexionar así que decido apagar la tele y el móvil porque con tanto parloteo tecnológico es imposible pensar.

Me siento en mi mini-terraza y al poco tiempo comienzan a llegar ideas a mi cabeza. Y constataciones. Y certezas. Constato que algunas personas siguen mirándose el ombligo, a pesar de la que está cayendo, que otros solo aplauden con ardor si les ve el vecino y que algunos más se dedican a compartir por redes críticas corrosivas hacia las instituciones. Claro, que es de entender. Si no las soltaran morirían en el acto ahogados en su propia porquería.

Pero también tengo certezas. Sé con toda seguridad que hay gente solidaria, gente que de verdad ayuda, por vocación, que aunque no se les gritara que son héroes sin capa segurían ayudando, con grandes o pequeños gestos, eso da igual. Cuando estaba reconfortada en ese pensamiento me ha llegado un rayito de sol y olor a primavera. Y he sentido agradecimiento. De momento no me bajo.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS